
VEINTITRÉS
Nuevamente anochecía a orilla del río. Lourdes aún continuaba ensimismada y rodeada de pensamientos que le proferían un profundo debate. En aquel anochecer la vieja hostería recibía las últimas luces del sol. Reptaban minuciosa y delicadamente por sobre su fachada, ingresando dentro de las viejas habitaciones –que seguramente en antaño habrían sido exquisitas estancias de disfrute-, dándole...