
CINCO
[...] En la primavera de 1992 mi madre murió. Fue un día normal para casi todo el mundo, pero infeliz para mí. Tal vez ese mismo día otros seres humanos lloraron a sus seres queridos también fallecidos, pero eso a mí no me importaba, no, claro que no, en mi mundo ahora ya no éramos dos sino solo uno y eso lo hacía muy distinto. Todo ahora se había vuelto un mundo unipersonal. Durante el velorio, mientras...